El “Rey de las naciones”: Darío I
El Imperio persa se convirtió en una verdadera gran potencia a mediados del siglo
VI a. C., durante el reinado de Ciro el Grande, el fundador del Imperio aqueménida.
El territorio gobernado por la dinastía aqueménida fue el imperio antiguo más grande de la era anterior al tiempo de Cristo, que se extendió por partes de África, Europa y Asia. Llegó a su punto álgido en el siglo VI a. C., durante el reino de Darío
I. Una inscripción se refiere a él como el “Rey de Persia” y el “Rey de las naciones”.
El Imperio aqueménida
El Imperio aqueménida, también conocido como el primer Imperio persa, se estableció paralelamente a la caída del Imperio medo en el siglo VI a. C. El imperio, que en este período se caracterizaba por la soberanía de la dinastía aqueménida, contaba con una enorme extensión territorial, que consistía en varios estados y pueblos. El imperio, que tenía un sistema administrativo eficaz, finalmente fue derrotado por Alejandro Magno en la segunda mitad del siglo IV a. C.
Los persas consideraban a sus monarcas personas sagradas. Creían que el rey podía comunicarse directamente
con los dioses a través de sus sueños. El poder de los antiguos monarcas persas está demostrado con el hecho de que sus pies no podían tocar el suelo fuera del palacio. Y cualquiera que entrara al palacio sin permiso era ejecutado.
El centro del poder
La construcción de Persépolis, fundada por Darío a los pies de la Kuh-e Rahmat (el monte de la Misericordia), comenzó a finales del siglo VI a. C. Pronto se convirtió en la capital ceremonial del Imperio aqueménida. El edificio central del gran complejo era el palacio real.
El monarca persa
corona de oro
cinturón de oro
cetro
de oro
El vello facial
A los hombres persas les gustaba lucir
barbas muy rizadas. Los nobles espolvoreaban su cabello con polvo de oro.
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