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Los buques de guerra
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El puente levadizo (corvus)
El ejército de la República romana era muy fuerte por tierra. Sin em-
bargo, en la Primera Guerra Púnica los romanos querían conquistar Sicilia, y por tanto, se vieron obligados a enfrentarse a los cartagi-
neses quienes eran excelentes navegantes y contaban con una enorme flota. Los romanos pronto se dieron cuenta de que
tendrían que vencer a los cartagineses también por mar.
Por eso, construyeron una flota, usando innovaciones
tecnológicas. Equipaban los barcos con un puente
levadizo de unos 9-11 metros de largo, llamado
corvus. Cuando alcanzaban el barco del ene-
migo, bajaban el corvus, y de esta manera,
los soldados podían abordar el barco
enemigo y luchar como si fuera una
batalla terrestre, pero en el mar.
La importancia del corvus en la guerra
El corvus fue utilizado por primera vez en el año 260 a. C. en la batalla de Milas por los romanos. Gracias al puente levadizo, pudieron sorprender a su enemigo y conseguir la victoria.
Los cartagineses no lograron encontrar ninguna solución contra el corvus, y como consecuencia, sus flotas eran derrotadas constantemente.
El gancho de metal
Se clavaba en la cubierta del barco enemigo y mantenía
los dos barcos juntos.
El uso del corvus en las batallas
En las batallas marítimas de la Antigüedad, los barcos, primero, intentaban causar daños en el barco enemigo y su tripulación desde
lejos disparando flechas o usando hondas y catapultas. Cuando ya estaban lo suficientemente cerca, usaban la proa apuntada para perforar el barco del enemigo, o, pasando por su lado, intentaban romper los remos para que no se pudiera mover.
Además, gracias al corvus, los romanos tenían a su disposición otra forma de atacar.
Las desventajas del corvus
Debido a la estructura pesada, los barcos de guerra finos se volvieron menos estables. Por ejemplo, durante tormentas severas, la flota romana sufría pérdidas notables, por lo tanto, muy pronto dejaron de usar los corvus
en los barcos romanos.
Si podían acercarse lo suficiente al barco enemigo, los romanos bajaban el puente levadizo cuyos ganchos de metal se clavaban en la cubierta enemiga asegurando que los dos barcos se mantuvieran
unidos.
Luego, los soldados romanos podían invadir el barco enemigo y capturarlo en un
combate cuerpo
a cuerpo.